Fue un placer conocer a Jose y Silvia mientras hacíamos fotos en su sesión preboda, un orgullo que depositaran su confianza en mí. Y fue un privilegio el poder realizar su boda en 2020, cuando se podían realizar bodas.
Una bonita y segura boda, que demuestra que si las cosas se hacen bien, nada puede salir mal. Me quedo con la dulzura de Jose y la eterna y bonita sonrisa de Silvia. Me quedo con una boda que ha sido muy especial por las circunstancias. La sinceridad y el amor están por encima de toda esa mierda política que nos ha llevado a los profesionales y a las parejas casi a replantear el futuro. Ese amor y sinceridad es el motor que nos impulsa a no tirar la toalla. A seguir adelante, pese al viento en contra, los obstáculos y la hipocresía.
No voy a enrollarme más. No me apetece enfadarme. No es el sitio y Jose y Silvia no merecen que se hable de otra cosa que no sea de su gran día. Así que os dejo con unas poquitas imágenes que resumen esa historia y con sus palabras.
Mientras subo esto, suena en directo «¿Qué demonios hago yo aquí?» de Los Zigarros.
Cuando comenzamos la aventura de nuestra boda, queríamos que todo saliera perfecto y que fuera un día inolvidable. Y ya creo que lo fue, desde los preparativos (que fueron una odisea con el maldito virus), hasta el momento en que despides a tus invitados y te das cuenta que todo ha acabado.
En todas las etapas de este camino, encontramos la predisposición mas absoluta y positiva de nuestros fotógrafos, apoyándonos en cada una de nuestras ideas y aportando muchas mas originales y profesionales.
Si todo esto volviera a empezar no dudaríamos en elegirlos de nuevo, ya que son capaces de plasmar la emoción y el sentimiento que se generan en estos días.
Gracias por acompañarnos y hacernos participes de la pasión con que manejáis vuestra cámara.