Mañana fría de otoño. El sol despertando y asomándose tímidamente por detrás de la Catedral. Plaza de Santa María vacía. Un lienzo en blanco donde plasmar imágenes de postboda.
Y llenándolo todo, la sonrisa de Lola y el nervio contagioso de José Luis. Jaén para ellos y para mí, con esa luz del amanecer.
Por segunda vez, después de su boda en agosto, coincidía con esta pareja. Era otoño, una llamada de Lola pidiéndome hacer una sesión postboda pero algo más especial, más íntima. En la que sólo estuvieran ellos y las calles de su Jaén. Esas fueron el lienzo donde volver a dibujar un capítulo más de su historia. Cerrando en Santa Catalina.
No quiero terminar sin antes dar las gracias a esta gran pareja. Gracias por aguantar mis locuras y por esas sonrisas eternas. Ya no tenéis a un fotógrafo, tenéis a un nuevo amigo fotógrafo.
Doy al botón de publicar mientras suena «Arden las sábanas», rock nacional de Inconscientes. Os dejo con el pequeño resumen de esa mañana de otoño.