Una magnífica mañana de octubre hacía prever la gran boda de Amador y Amalia que tendría lugar ese día. Una gran pareja que quiso que yo fuera el artífice de las imágenes que plasmaran ese inolvidable día. Desde el Santuario de la, tan querida por los marteños, Virgen de la Villa; hasta lo profundo del olivar marteño, en el Cortijo «El Madroño», donde lo celebraron con toda su familia y amigos, todos fueron grandes e inolvidables momentos. No faltaron las risas, las miradas de complicidad y el amor que se profesan entre ellos.
Gracias chicos por haber confiado en mí y haberme dado la oportunidad de compartir este día con vosotros, haciéndome crecer como fotógrafo.
